De toda la vida, en estos pueblos había ovejas, que proporcionaban carne (y lana, que hace tiempo era otra renta a considerar) y algún tipo de ganado mayor, para carne y trabajo.
De hecho, esto sucedía en casi todos los pueblos del interior en España, por muy áridos que estos fueran, pero es que Salgüero de Juarros, al pie de la sierra, a lo peor no es muy bueno para la agricultura, pero a lo mejor es bueno para la ganadería.
Aquí el animal de trabajo eran las vacas. El que tenía más posibles, tenía vacas para criar y bueyes para el trabajo. Animales lentos pero fuertes, muy aptos para la tremenda dureza de esta tierra arcillosa.
Desde muy jóvenes, los novillos eran uncidos en verano a los trillos y allí, formando yunta con una vaca ya domada, se aprovechaba para su doma.
En esta foto de abajo se aprecia perfectamente la labor de la trilla con vacas. Lamento no tener alguna tomada un poco más de lejos para ver mejor el conjunto de la faena.
Pero la foto da de sobra para ver al paisano con la "ijada" sentado en el trillo, dando vueltas a izquierdas alrededor de la "parva". De vez en cuando se cambiaba el sentido de la trilla para que no siempre fuera la misma vaca la que trillara por el exterior.
En la parte alta de la imágen se puede ver como los vecinos de la era de arriba están revolviendo la "parva" para que se trille todo por igual.
Pero estábamos hablando de las ovejas y de las vacas.
Hasta hace pocos años, las vacas compartían ecosistema e importancia económica con las ovejas, pero lo de las ovejas debe de ser muy laborioso o poco rentable o ambas cosas a la vez, el caso es que ahora ya no hay rebaño de ovejas en Salgüero de Juarros.
Esta es una imágen de cuando aún había ovejas. De cuando aún se guardaban en tenadas que se encontraban dentro del pueblo. De cuando las ovejas volvían de pasar todo el día en el campo y había que apartarlas para que, en la medida de lo posible, cada una fuera a su tenada y fuera su dueño y no el vecino el que, si era necesario, las echara un pienso.
De lo anterior se deduce que, aunque durante el día las ovejas formaban un único rebaño, los dueños eran varios. Por esa razón, por la noche, cada uno se las llevaba a su tenada.
Estas ovejas no eran nunca ordeñadas y, para la provisión de leche para la familia, era lo normal tener una o dos cabras en cada casa. Estas cabras también se integraban en el rebaño y, dado que su número era el adecuado para la extensión de terreno a pastorear, contribuían muy eficazmente a la limpieza del monte. Vamos, lo que hoy se llamaría una explotación "sostenible".
Sin embargo aún queda un rebaño de vacas que contribuyen a que nuestro paisaje se vea con movimiento.
Ahora ya no son vacas para el trabajo. Los tiempos cambian y ahora sería antieconómico el labrar con vacas o mulas y las vacas son sólo para carne.
Buenísima carne tiene que ser pues, por lo menos mientras transcurre su vida en Salgüero de Juarros, estas vacas no pisan nunca una cuadra o un establo. Que no, de verdad, que no lo pisan, que da igual que caigan chuzos de punta, que estas vacas están todos los días del año en el monte, o sea que no se las puede cebar, o sea que se crían, exclusivamente, con el pasto de nuestros montes. Corrijo: en lo más crudo de la temporada, cuando no hay casi pasto, se las ayuda con tacos de pienso, pero siempre a la intemperie, con el único abrigo del monte.
Como decimos antes, las vacas no están aquí como reclamo turístico, pero casi seguro que muchos niños de Burgos o niños de ciudad en general, encontrarían muy excitante la experiencia de ver de cerca un rebaño de vacas con vacas de verdad, con las madres, los toros, los novillos y los terneros recién nacidos, pastando pacíficamente en las cunetas, los bordes de los caminos o la dehesa.